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Alergia a la leche

Revisor médico: Larissa Hirsch, MD

¿Qué es la alergia a la leche? 

Cuando una persona tiene alergia a la leche, su sistema inmunitario, que normalmente combate las infecciones, reacciona de forma desproporcionada ante las proteínas de la leche. Si la persona bebe o come un producto que contiene leche, su cuerpo interpreta que esas proteínas son invasores nocivos. Y su sistema inmunitario reacciona esforzándose al máximo para combatir a esos invasores. Esto causa una reacción alérgica.

La leche se encuentra entre los alimentos que causan más reacciones alérgicas. Algunos niños con alergia a la leche la superan con la edad.

¿Qué ocurre en la alergia a la leche?

Las personas que son alérgicas a la leche reaccionan a una o más de las proteínas de la leche. Algunas de ellas son alérgicas a la proteína de la caseína y hay otras que son alérgicas al suero de leche. También hay personas que son alérgicas a la caseína y al suero de leche. 

Cuando una persona con alergia a la leche ingiere estas proteínas, su cuerpo libera sustancias químicas como la histamina. Esto puede causar síntomas como: 

  • resuello o respiración sibilante
  • dificultades para respirar
  • tos
  • ronquera
  • opresión de garganta
  • dolor de tripa
  • vómitos
  • diarrea
  • ojos hinchados, llorosos y que pican
  • urticaria
  • hinchazón
  • una bajada de la tensión arterial que causa sensación de desfallecimiento o pérdida de la conciencia (desmayo)

Las reacciones alérgicas a la leche pueden variar. A veces, la misma persona puede reaccionar de forma diferente en momentos diferentes. Algunas reacciones a la leche son leves y solo implican una parte del cuerpo, como una urticaria en la piel. Pero incluso cuando alguien ha presentado antes solo una reacción leve a la leche, la próxima reacción alérgica puede ser grave.

La alergia a la leche puede causar una reacción alérgica grave llamada anafilaxia. La anafilaxia puede empezar con algunos de los síntomas propios de una reacción alérgica menos grave, pero los síntomas pueden empeorar rápidamente. La persona puede tener dificultades para respirar o llegarse a desmayar. En una anafilaxia siempre participa más de una parte del cuerpo. Si no se trata, la anafilaxia puede ser de riesgo vital.

La alergia a la leche se suele confundir con la intolerancia a la lactosa porque las personas con esta última afección pueden tener algunos de los síntomas propios de la alergia a la leche, como la diarrea y el dolor abdominal. Aunque la intolerancia a la lactosa puede alterar el sistema digestivo de una persona, nunca puede crear una reacción de riesgo vital como la de la anafilaxia. 

¿Cómo se diagnostica la alergia a la leche? 

Si su hijo pudiera ser alérgico a la leche, lo más probable es que su médico les indique que visiten a un alergólogo, un médico especializado en las alergias, para que le haga más pruebas. El alergólogo les preguntará cosas como con qué frecuencia su hijo tiene este tipo de reacciones, el tiempo que le suelen tardar en aparecer los síntomas desde que ingiere un alimento que contiene leche y si tiene parientes con alergias o afecciones como el eccema o el asma. 

Es posible que el alergólogo le haga a su hijo una prueba de punción cutánea. Implica colocar pequeñas cantidades de proteínas de la leche en el antebrazo o la espalda de su hijo, rasparle suavemente o pincharle la piel y esperar para ver si le salen unos bultitos rojos e hinchados en la piel. En caso afirmativo, significará que su hijo es alérgico a la leche. 

Es posible que le indiquen a su hijo que deje de tomar algunos medicamentos (como antihistamínicos de venta libre) entre 5 y 7 días antes de hacerse la prueba de punción cutánea, porque podrían afectar a los resultados. Si no está seguro de qué medicamentos debe dejar de tomar su hijo ni durante cuánto tiempo antes de hacerse la prueba, lo puede preguntar en el consultorio de su alergólogo. 

El alergólogo también puede pedir que su hijo se haga un análisis de sangre. Le sacarán una pequeña muestra de sangre y la enviarán a un laboratorio para que la analicen. En el laboratorio, buscarán anticuerpos IgE contra la leche. Si su hijo tiene altos los anticuerpos IgE contra la leche, lo más probable es que sea alérgico a este alimento. 

Pero, si los resultados de la prueba cutánea y/o del análisis de sangre no están claros, es posible que el alergólogo decida hacer lo que se conoce como una “prueba de provocación”. Durante esta prueba, su hijo irá recibiendo cantidades cada vez más altas de leche mientras el médico está atento a sus síntomas.

¿Cómo se tratan las reacciones alérgicas a la leche? 

Los niños alérgicos a la leche deben tener siempre a mano dos auto-inyectores de epinefrina (adrenalina) por si presentaran una reacción alérgica grave. Un auto-inyector de epinefrina es un medicamento de venta con receta médica que viene en un envase pequeño y fácil de transportar. Es fácil de usar. El médico de su hijo le enseñará a usarlo. Haga que su hijo lleve siempre encima dos inyectores por si hubiera uno que no funcionara bien o por si necesitara una segunda dosis.

El médico también les puede facilitar un plan de acción contra la alergia, que ayuda a prepararse, a reconocer y a tratar las reacciones alérgicas. Compártalo con cualquier persona que necesite saberlo, como con otros cuidadores, sus parientes, el personal del centro de estudios de su hijo y sus entrenadores. Considere también la posibilidad de que su hijo lleve siempre puesta una pulsera de alerta médica.

Cada segundo cuenta en una reacción alérgica. Si su hijo empieza a tener síntomas alérgicos graves, como dificultades para respirar u opresión de garganta, use el auto-inyector de adrenalina de inmediato. Póngaselo también si sus síntomas afectan a más de una parte del cuerpo, como urticaria sumada a vómitos. Luego, llame al teléfono de emergencias (911 en EE.UU.) y lleve a su hijo a un servicio de urgencias médicas. Esto se debe a que, incluso después de que parezca que ya ha pasado lo peor, su hijo podría presentar una segunda oleada de síntomas alérgicos graves. 

¿Qué más debería saber?

Los niños con alergia a la leche no deben comer ni beber ningún producto que contenga leche o proteínas de la leche. 

Asegúrese de leer atentamente las etiquetas alimentarias y enseñe a su hijo a hacer lo mismo. La leche o sus proteínas pueden aparecer en lugares insospechados, como muchos embutidos y fiambres, los aliños de las ensaladas, los productos horneados, el chocolate y las galletas saladas tipo cracker. Hasta algunos alimentos que se venden con la afirmación “sin leche” pueden contener proteínas de la leche. 

Una cosa que puede no aparecer en las etiquetas alimentarias es el riesgo de contaminación cruzada. Esto puede ocurrir cuando un fabricante utiliza las mismas instalaciones o el mismo equipo para moler muchos tipos distintos de alimentos. Algunas compañías añaden afirmaciones en sus etiquetas sobre el riesgo de contaminación cruzada, como las siguientes: "Puede contener leche", "Procesado en instalaciones donde también se procesa leche" o "Fabricado con un equipo que también se utiliza para procesar leche". Su hijo deberá evitar todos aquellos alimentos que contengan este tipo de avisos. 

Pero las compañías no tienen la obligación de incluir información preventiva sobre la contaminación cruzada en sus etiquetas alimentarias. Por eso, lo mejor es contactar con la compañía para saber si el producto podría haber entrado en contacto con la leche. Puede encontrar esta información en el sitio de web de la compañía. Si la encuentra, contacte con la compañía para preguntárselo.

Revisor médico: Larissa Hirsch, MD
Fecha de revisión: enero de 2021